Este BLOG es un apoyo pedagógico tanto para docentes como para alumnos usuarios de la Biblioteca del CIATA. Todas las inquietudes y sugerencias serán bienvenidas y serán un aporte dinámico para que este espacio sea de la mayor utilidad posible. Exploren, lean, opinen, voten, comenten, divulguen, aprendan, enseñen.Es un espacio compartido, y es un complemento de la Biblioteca Técnica.

jueves, 4 de junio de 2009

LA DIVINA COMEDIA

La Divina Comedia es un poema donde se mezcla la vida real con la sobrenatural, muestra la lucha entre la nada y la inmortalidad, una lucha donde se superponen tres reinos, tres mundos, logrando una suma de múltiples visuales que nunca se contradicen o se anulan. Los tres mundos infierno, purgatorio y paraíso reflejan tres modos de ser de la humanidad, en ellos se reflejan el vicio, el pasaje del vicio a la virtud y la condición de los hombres perfectos. Es entonces a través de los viciosos, penitentes y buenos que se revela la vida en todas sus formas, sus miserias y hazañas, pero también se muestra la vida que no es, la muerte, que tiene su propia vida, todo como una mezcla agraciada planteada por Dante, que se vuelve arquitecto de lo universal y de lo sublime.
El sujeto de la comedia es el hombre de todas las razas, credos, edades, el hombre que esta entre el cielo y la tierra; que en esencia es el estado de las almas después de la muerte y la forma en que se expresa en cuanto por sus méritos o desméritos se hace por lo tanto acreedoras a los castigos o a las recompensas divinas. Dante se vale tanto de personajes bíblicos como de seres extraídos de la mitología pagana para la creación de sus personajes, mezclándolos en los pasajes indistintamente
El espacio que se presenta es uno solo subdividido en tres partes autónomas e independientes al interior, no así en su exterior, es un contenedor único, accesible para todos pero perfectamente definido por sus limites, un solo espacio con diferentes ambientes claramente determinados. Difícilmente puede imaginarse la construcción espacial de los espacios visitados por Dante, las descripciones no pueden remitirnos a espacios reales o tangibles, debe permitirse a la imaginación ser guiada por el lenguaje poético para el que cualquier lugar puede ser posible.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

La divina comedia ha sido considerada por años como un libro al que se le debe dedicar tiempo para leerlo, pero que a la vez otorga grandes satisfacciones. La propuesta en este caso es lograr esas satisfacciones y quizás entender un poco mas el planteo que Dante quiso hacer al empezar este viaje espiritual por la vida después de la Muerte.
Dante estructura esta vida en tres áreas: Infierno, Paraíso y Purgatorio. Cada una de estas áreas contiene 33 cantos y a su vez el infierno contiene 9 círculos separados por los distintos tipos de pecados cometidos.
Este relato cargado de simbolismos propone una ascensión al cielo pero, para conocerlo y valorarlo, es preciso que el viaje comience por los pecados.
Uno de los temas a plantear es porque es Virgilio el encargado de conducir a Dante por el Infierno y parte del Purgatorio y porque al momento de entrar al Paraíso es Beatriz la guía de Dante. Desde cierto punto de vista se puede entender que para sobrevivir al Infierno y al Purgatorio se elige como guía a la voz de la razón y esta voz está encarnada en el famoso poeta. Y al momento de entrar en el reinado de la gracia divina, quien tiene los medios para darle las respuestas a Dante es Beatriz, la máxima expresión de la belleza
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
INFIERNO
______________________________________________________________________________
Dante según sus comentadores viajó al infierno a la edad de 35 años, el día de Viernes Santo del año 1300, recorrió todos los círculos en 24 horas. El infierno que nos presenta tiene forma de embudo o de cono invertido, el cual esta dividido en círculos decrecientes. Los círculos son nueve y ruinosa y atroz es su topografía; los cinco primeros forman el Alto Infierno, los cuatro último el Infierno Inferior, que es una ciudad con mezquitas rojas, cercada por murallas de hierro.
Adentro hay sepulturas, pozos, despeñaderos, pantanos y arenales; en el ápice del cono está Lucifer. Una grieta que abrieron en la roca las aguas del Leteo comunica el fondo del Infierno con la base del Purgatorio.
Para Aliguieri el infierno va descendiendo desde la superficie boreal estrechándose gradualmente hasta el centro del globo terráqueo; está connotación que el autor hace sobre el espacio de Lucifer se desprende del centro de la tierra hacia adentro, tomando en cuenta que las penumbras representan el mal, el abajo que para en ese entonces no se convertía en arriba, (recordemos que para la época en que se escribe la obra, no existe una idea clara de la forma de la tierra y sus respectivos movimientos), es tomado como lo no deseado, abajo del hombre lo único que existe es indeseable.
Ahora bien, el manejo que el autor hace de este espacio es más descriptivo que en el purgatorio y el paraíso. Se basa en la planificación de la ciudad medieval y en el comportamiento de los seres humanos de esa época, el espacio imaginario del infierno va más ligado a la realidad, por ello utiliza algunas referencias medievales en la descripción de algunos círculos, que son espacios arquitectónicos característicos, como la puerta del infierno o la ciudad de Dite, (ciudad a la que hace analogía con Florencia medieval, su ciudad natal). Esto nos ayuda a entender, que Dante había descubierto el infierno en el espacio que habitaba diariamente.
Cada uno de los nueve círculos es un espacio totalmente diferente donde se albergan culpas o penas que son el alma vital de cada espacio haciéndolos únicos; hasta llegar al infierno y retomar la subida al purgatorio.

La división de espacios es la siguiente:

Primer círculo: Donde está el Limbo. En el se encuentra las personas que no fueron bautizadas, destacándose entre ellos personajes de connotación histórica que según la religión católica mueren sin conocer la fe; este espacio está conformado por un castillo rodeado de 7 muros denominado la "mansión de los justos".
• Segundo círculo: Errantes por el espacio se encuentran los lujuriosos y las personas que pecan por amor utilizándolo para bien propio. Minos juzga a las almas y las sumerge en un gran torbellino incesante que los agobia en la soledad absoluta.
• Tercer círculo: Metidos en el fango, se encuentran los glotones, los soberbios y los envidiosos; azotados en el suelo por una lluvia fuerte "La Tormenta" y desollados por un cerebro de tres cabezas "El Cancerbero", Dante se encuentra con Ciacco y hablan de las discordias de Florencia.
• Cuarto círculo: En este círculo pródigos y avaros, chocando y mofándose unos con otros, están arrastrados por enormes peso; aquí los clérigos, papas y cardenales están cubiertos por un manantial de aguas oscuras que generan un pantano.
• Quinto círculo El quinto círculo y el sexto están conformados por la ciudad de "Dite" (Plutón), rodeada de una laguna que encierra gran fetidez; su entrada resaltada por una gran puerta, hace parte de una muralla de hierro; aquí se encuentra los orgullosos, los herejes, los libres pensadores y los materialistas.
• Sexto círculo: Los herejes, metidos en sepulcros de fuego. Farinata predice a Dante su destierro e infortunios.
• Séptimo círculo: El séptimo círculo vigilado por el minotauro, esta dividido por tres círculos llenos de piedra y rodeados por un gran río de sangre. A partir de este espacio cada círculo empieza a tener divisiones que albergan una pena en particular, por ejemplo los espíritus malditos que están divididos en tres: los violentos, los injuriosos y los usureros.
• Primer recinto del séptimo círculo: Los violentos. Su suplicio: el Minotauro. El centauro Neso pasa a Dante a través del Flegetón.
• Segundo recinto del séptimo círculo: Los violentos contra sí mismos: los suicidas, los disipadores.
• Tercer recinto del séptimo círculo: Los violentos contra Dios, contra la naturaleza y contra la Sociedad.
• Octavo círculo: los fraudulentos. Comprende diez fosas: la primera, de los rufianes y los seductores y la segunda, de los aduladores y los cortesanos.
Tercera fosa del octavo círculo: Los simoníacos.
• Cuarta fosa del octavo círculo: Los adivinos, aquí Virgilio explica a Dante el origen de "Mantua".
• Quinta fosa del octavo círculo: Los que trafican con la Justicia; están sumergidos en pez hirviendo. Los demonios atacan a los poetas, Dante y Virgilio, en el Infierno grotesco.
• Sexta fosa del octavo círculo: Los hipócritas; soportan capas de plomo dorado.
• Séptima fosa del octavo círculo: Los ladrones, mordidos por serpientes. Predicciones de Vanni Fucci de Pistoia contra Florencia.
• Octava fosa del octavo círculo: Los consejeros, hechos llamas. Aquí explican el trágico fin de Ulises.
• Novena fosa del octavo círculo: Los escandalosos, cismáticos y herejes, acuchillados. Suplicio de Mahoma y otros.
• Décima fosa del octavo círculo: Los charlatanes y falsarios, cubiertos de lepra.
• Noveno y último circulo: Para los traidores. Comprende cuatro recintos. Antes de llegar a él, hay un pozo rodeado de gigantes. Anteo lleva a los poetas al fondo del noveno círculo. En el noveno círculo y último, están los gigantes, masas brutales e inertes que son sepultados en la tierra, confundidas con torres. Dentro de él hay un pozo de cuatro zonas distintas oprimidas por hielos gruesos, en él se encuentra el constructor de la torre de babel que impidió al mundo hablar la misma lengua. En el centro de la tierra, entre hielos que envuelven las sombras, esta Lucifer con medio cuerpo fuera de la superficie glacial, masticando a Judas como juguete de plástico.
Es interesante que dentro de la cultura occidental siempre se ha tenido una concepción del infierno lleno de llamas, en cambio para Dante el hielo, la cueva y la oscuridad es la casa de Lucifer.

o Primer recinto del noveno círculo, la caína: Los traidores a sus parientes.
o Segundo recinto del noveno círculo, la Antenora: Los traidores a su patria. El suplicio por el hielo.
o Tercer recinto del noveno círculo, la Plotomea: Los traidores a sus amigos y huéspedes.
o Cuarto recinto del noveno círculo, la Judesca: Los traidores a sus bienhechores. Judas y Lucifer.

Dante y Virgilio salen del infierno.

PURGATORIO
______________________________________________________________________________
Nueve son los círculos del infierno, nueve son las terrazas del purgatorio y nueve los astros que conforman el paraíso; la sumatoria de tres veces tres da nueve, lo cual ratifica la importancia del número tres en la religión católica, como la divina trinidad, las tres gracias, etc.

Después de descender Dante y Virgilio por los nueve círculos del infierno y encontrarse en el hogar de Lucifer, ascienden por una montaña conformada de nueve terrazas que se van restringiendo hasta la cumbre. En este espacio, Dante empieza ya a tomar referencias materiales de la tierra y se remonta más hacia el sentido de la naturaleza, es por ello que para él la montaña es el inicio de una gran travesía hacia el cielo donde se pueden purgar las penas.
La montaña es una isla y tiene una puerta; en sus laderas se escalonan terrazas que significan los pecados mortales; el jardín del Edén florece en la cumbre, los espacios divididos en su interior son:

• Primera plataforma: Dante, sostenido por Virgilio, llega a una plataforma donde están los Negligentes.
• Puerta del purgatorio: Visión de Dante durante su sueño; al despertar se encuentra en el tercer rellano de la montaña, donde está la puerta del Purgatorio, vigilada por un ángel.
Primer círculo: Donde se purga el pecado de la soberbia y se castiga a los orgullosos.

• Segundo círculo: Donde se purga el pecado de la envidia.
• Tercer círculo: Donde se purga el pecado de la ira. Dante ve en éxtasis algunos ejemplos de mansedumbre. Los poetas se hallan rodeados de un humo espeso.
• Cuarto círculo: Donde se purga el pecado de la pereza. Dante ve en su imaginación ejemplos de ira castigada.
• Quinto círculo: Donde se purga el pecado de la avaricia. Visión de Dante castigando a los avaros.
• Sexto círculo: Donde se purga el pecado de la gula y se muestran algunos ejemplos de templanza. Stacio explica su permanencia entre los avarientos y los perezosos.
• Octavo círculo: Una voz salida de un árbol recuerda ejemplos de gula. Un ángel guía a los poetas, Dante y Virgilio hasta el séptimo círculo.

PARAÍSO
______________________________________________________________________________
En este espacio Dante se despide de Virgilio (La Sabiduría y La Poesía) y se encuentra con Beatriz (La Teología) quien lo acompaña en su recorrido.
Lugar caracterizado por esferas celestes movidas por coros angelicales, que se producen de los 4 elementos básicos: aire, fuego, agua y tierra. El paraíso esta conformado por nueve cielos y la ciudad de Dios, cada uno de ellos es una esfera que rodea la tierra, los siete primeros eran los planetas conocidos, el octavo las constelaciones solares y estrellas fijas, y el noveno estaba determinado por un cielo cristalino que permanece inmóvil, donde se encuentra el paraíso.
Los primeros sietes cielos o esferas los simboliza, las 7 virtudes teologales que son parte de la exploración del paraíso a través de consideraciones morales y espirituales:

• Primer cielo: El de la Luna (fortaleza). Beatriz explica la causa de las manchas de la Luna.
• Segundo cielo: El de Mercurio (justicia). Beatriz explica el modo de satisfacer los votos que han sido rotos.
• Tercer cielo: Esfera de Venus(templanza), donde están las almas de los enamorados. Carlos Martel manifiesta cómo puede nacer de un padre virtuoso un hijo vicioso.
• Cuarto cielo: El del Sol (prudencia). Santo Tomás de Aquino expone el orden con el que Dios creó el Universo.
• Quinto cielo: El de Marte (fe), donde están las almas de los que han combatido por la fe.
• Sexto cielo: El de Júpiter (esperanza), donde se encuentran los que han administrado rectamente la justicia. Cacciaguida nombra a muchos de los espíritus que componen la cruz.
• Séptimo cielo: El de Saturno (caridad), donde formando una escala ascendente, están los que se dedicaron a la vida contemplativa. Satira contra el lujo del clero en la época medieval.

• Octavo cielo: Descenso de Jesucristo y la Virgen María al octavo cielo. Coronación de la Virgen María por el Arcángel Gabriel. Este cielo esta conformado por las constelaciones, maneja una escena netamente mística y doctrinal, donde se reúnen los esplendores del cielo y de la tierra.

• Noveno cielo: Llamado el Primer Móvil. Apóstrofe de San Pedro contra los malos eclesiásticos. ustodiado por nueve ángeles que giran en torno a un punto luminoso lejano se encuentra el paraíso Dantesco que simboliza la ciudad de Dios: la iglesia triunfante.
• La Ciudad de Dios: El Empíreo. Triunfo de los ángeles y de los bienaventurados. Beatriz hace que Dante fije su atención en la ciudad de Dios.
Adriana Quiroga Zuluaga Hernán Guerrero Figueroa Ulises Márquez Cruz
VISION ARISTOTELICA DE LA DIVINA COMEDIA
La visión aristotélica no era propiedad exclusiva de los filósofos de la naturaleza; muchos escritores y poetas también se sintieron atraídos hacia ella. En todas las civilizaciones, la cosmología fue siempre un elemento clave de la cultura y, de una u otra manera, el movimiento de los cielos terminó impregnando la literatura de cada época. Entre los más notables poetas de la cultura occidental se encuentra Dante Alighieri (1265-1321) quien se hiciera célebre por su Commedia, escrita entre el año 1307 y la muerte de su autor y a la cual la crítica, a partir del siglo XVI, calificó de ‘divina’. La Divina Comedia contribuyó fuertemente al desarrollo de la cultura popular de las ciudades-estado de Italia y colocó a la lengua italiana en un lugar preeminente dentro del marco europeo. Dante fue uno de los representantes del llamado dolce stil novo, movimiento literario que transformó la poesía popular amorosa en un arte refinado capaz de reflejar las influencias de corrientes filosóficas contemporáneas.
El cosmos de la Divina Comedia representa un modelo aristotélico simplificado en donde la Tierra permanecía quieta en el centro del universo y los astros eran transportados por esferas materiales cristalinas y transparentes. Según Aristóteles, la Tierra estaría rodeada por tres esferas sucesivas: de agua, de aire y de fuego. El conjunto de la Tierra y estas esferas elementales constituían el llamado mundo sublunar, más allá del cual se ubicaban las esferas de los planetas. Por fuera del conjunto concéntrico de esferas planetarias se ubicaba la esfera de las estrellas, a la que Dante otorga un movimiento casi imperceptible
de oeste a este. Esto estaba de acuerdo con el movimiento de ‘precesión de los equinoccios’ que hoy sabemos vale unos 50,26 segundos de arco por año (o sea, unos 1,4 grados por siglo) y que fuera descubierto por Hiparco más de mil años antes de la época de Dante [ver Recuadro 1].
Más allá de la esfera de las estrellas se hallaba la esfera invisible que daba su movimiento a todas las esferas interiores, la morada del Primer Motor. Nuestro poeta florentino estaba lejos de ser un astrónomo principiante: Dante contaba con sólidos conocimientos de cosmología aristotélica y los estudiosos han encontrado en sus obras frecuentes y específicas referencias al cosmos tal como se lo entendía a fines del siglo XIII. Hay más de cien pasajes relacionados con la astronomía en la Divina Comedia, y cada uno de los cánticos de que se compone concluye con la palabra ‘estrellas’.
Figura 1: Una representación de la Tierra en la visión de la Divina Comedia de Dante Alighieri donde se muestra la ubicación—quizás en una forma demasiado ‘realista’—de dos de los lugares de referencia, el Infierno y el Purgatorio. Surgidas de un común cataclismo, ambas formaciones tienen aspecto de cono. Los caminos de la pared cóncava interior del Infierno ‘giran hacia la izquierda’ mientras que las laderas convexas de la montaña del Purgatorio ‘giran hacia la derecha’. Teniendo en cuenta que las posiciones del peregrino en uno y en otro están invertidas, el camino de Dante es siempre en forma de una espiral que progresa en la dirección del Empíreo y de la Divinidad.
Al narrar el viaje del poeta hacia el ‘más allá’, la Divina Comedia nos muestra la concepción del universo de la época. Este se divide en tres reinos, a los que corresponden las tres grandes partes del poema: ‘Infierno’, ‘Purgatorio’ y ‘Paraíso’. El periplo comienza con Dante perdido en una selva oscura ‘espiritual’, esto es, un ‘lugar’ que no pertenece a la geografía física, sino que representa más bien un estado de ánimo de confusión mental y sentimental (contrariamente a las muchas representaciones pictóricas que ubican a esta selva en algún lugar de la superficie del globo terrestre) [ver Figura 1]. Guiado por el poeta romano Virgilio, Dante penetra a través de la boca del infierno y juntos descienden a las entrañas de la Tierra, recorriendo las pendientes del abismo del averno. En el infierno, los distintos niveles de castigos se ordenan en círculos de diámetro gradualmente decreciente, de modo tal que los peores pecadores se hallan a las mayores profundidades.
Al final de su descenso, Dante y su guía se encuentran con Lucifer. Este ‘emperador del reino doloroso’, que maneja el mundo terrestre, se halla quieto en su trono en el centro de la Tierra. Con la intención de dirigirse hacia el otro hemisferio, Virgilio—quien en este momento transporta a Dante—se aferra al flanco de Lucifer y desciende deslizándose por el
cuerpo del gigante. Es así que, pasado un cierto punto, los viajeros quedan súbitamente dados vuelta y cabeza para abajo con respecto a Lucifer. Asombrado, Dante pide entonces a su guía que le explique lo sucedido, a lo que Virgilio responde (Infierno, canto XXXIV, 106-111):
"... «Supones todavía
hallarte tras el centro en que prendíme
al gusano infernal [Lucifer] que horada al mundo.
Mientras yo descendí allí estuviste,
cuando volví pasaste por el punto
al cual tienden los pesos por doquiera»."
"... «Tu imagini ancora
d’esser di là dal centro, ov’ io mi presi
al pel del vermo reo che ‘l mondo fora.
Di là fosti cotanto quant’ io scesi;
quand’ io mi volsi, tu passasti ‘l punto
al qual si traggon d’ogne parte i pesi»."
Recordemos en este punto que Aristóteles afirma que todo elemento tiende a dirigirse hacia su lugar natural lo más rápidamente posible y por el camino más corto. El lugar natural de los objetos pesados (compuestos por el elemento ‘tierra’) es el centro de la Tierra y hacia allí caen en línea recta, tanto más rápido cuanto más pesados son. (Esta última, claro está, es una idea sobre la aceleración de los cuerpos que la física moderna desechará.) Como vemos, el lugar donde se ubica Lucifer representa para Dante el centro geométrico del universo y el lugar hacia donde todos los cuerpos pesados, compuestos de ‘tierra’, convergen—una clara herencia de las enseñanzas del gran filósofo griego.
Pero Lucifer no habría estado siempre en el centro de la Tierra, sino que habría caído allí, desde la cumbre de la Creación, como castigo junto con otros ángeles rebeldes. Esto lo explica nuevamente Virgilio en el último canto del Infierno (versos 121-126):
"«Por esta parte él cayó del cielo;
y la tierra que había en este sitio
de pavor se veló bajo los mares,
luego emergió sobre nuestro hemisferio,
y acaso por huirle dejó espacio
a esa tierra que ves, y que se eleva».''
"«Da questa parte cadde giú dal cielo;
e la terra, che pria di qua si sporse
per paura di lui fe’ del mar velo,
e venne a l’emisperio nostro; e forse
per fuggir lui laciò qui loco vòto
quella ch’appar di qua, e sú ricorse».''
Así, las tierras del sur retrocedieron por miedo a Lucifer, cubriéndose con las aguas a modo de un velo; se sumergieron en el océano y reemergieron en el hemisferio Norte formando la tierra firme conocida por los europeos. Dante introduce aquí una explicación claramente sobrenatural del antiguo interrogante de cómo el elemento pesado que es la tierra había logrado emerger por encima del elemento relativamente más liviano (el agua) para dar lugar a la tierra habitable.
Del centro de la Tierra, ambos personajes ascienden a través de un pasaje subterráneo hasta la costa de una isla del océano inexplorado del hemisferio sur. En esta isla se halla la montaña del Purgatorio, ubicada en dirección diametralmente opuesta a Jerusalén, y en cuya cima nuestros héroes encuentran el Jardín del Edén. Esta montaña ‘que acá se ve elevada’, se habría formado por un desplazamiento de tierra durante la caída de Lucifer, hecho cataclísmico que también habría generado la cavidad aproximadamente cónica del Infierno (‘un vacío’) por donde los viajeros habían descendido, tal como se relata en este primer cántico. Dado que el ápice de este cono llegaba hasta el centro de la Tierra, la montaña del Purgatorio—en última instancia el ‘cono’ de tierra que se desplazó y al hacerlo generó la cavidad del Infierno—debía ser increíblemente alta; de hecho, ya su tercera terraza estaba por encima de la atmósfera y su cima se ubicaba apenas por debajo de la esfera del fuego (la más externa de las esferas sublunares).
A partir de allí, Beatriz toma el relevo de Virgilio y conduce a Dante a través de la esfera del fuego y de las sucesivas esferas celestes del reino de los cielos, comenzando con la de la Luna. La forma de atravesar las esferas cristalinas utiliza la reflexión de la luz: en cada etapa Beatriz mira fijamente los engranajes celestiales mientras Dante observa la reflexión de estos en los ojos de su compañera. Cumplido este proceso, ambos son transportados inmediatamente al cielo siguiente.
En cada cielo los viajeros se encuentran con las almas de los bienaventurados. En la Luna, por ejemplo, encuentran a los inconstantes, aquellos que no cumplieron sus juramentos solemnes en la Tierra. Estos aparecen como meras imágenes difusas, reflexiones borrosas, tal como se manifestaba la Luna a los ojos de Dante. Mercurio alberga a los espíritus activos y a los líderes ilustres y en Venus se encuentran con los amantes famosos. Al Sol, que representaba la luz de la sabiduría, le corresponden los sabios, teólogos y filósofos. Así se sigue hasta Saturno, el más frío y alejado de los planetas, el séptimo cielo astronómico, donde se encuentran con los espíritus contemplativos.
Notemos que la morada de las almas en el ‘más allá’ era el Paraíso y que estas almas no residían en las esferas celestes, astronómicas, sino en el Empíreo, más allá del cielo de las estrellas. Los espíritus que se les aparecen a los peregrinos lo hacen para mostrarles la gloria gradualmente creciente de la que gozan, e indicarles sus antiguos temperamentos terrestres, los que a su vez habían sido influenciados por alguno de los siete astros mientras permanecían en la Tierra. Es de destacar también la importancia que Dante le otorga a la astronomía durante el desarrollo de este cántico: de los 33 cantos del Paraíso, 26 ocurren en el cielo astronómico por debajo de las esferas metafísicas (o teológicas) del Primer Motor y del Empíreo.
Dante y su compañera continúan entonces su travesía, dirigiéndose hacia las regiones más exteriores de este cosmos aristotélico cristianizado [ver Figura 2].
Figura 2: El cosmos de Dante agrega un mundo espiritual más allá del Primer Motor. A cada esfera del cielo astronómico le corresponde ahora una esfera de ángeles del mundo espiritual. La Tierra, centro del mundo físico, encuentra su contraparte celeste en Dios. Viajar alejándose de la Tierra ya no es más apartarse del ‘centro’ sino acercarse a lo divino.
Llegados a la esfera de las estrellas, el ‘stellatum’ u octavo cielo astronómico, Beatriz sugiere a Dante hacer una pausa y mirar el camino ya recorrido (Paraíso XXII, 124-129)
"«Tan cerca estás de la salud excelsa»,
dijo Beatriz, «que debes desde ahora
tener los ojos claros y agudísimos;
pero antes de adentrarte más arriba,
remira abajo, y cata cuánto mundo
bajo tus pies he hecho que dejaras»;"
"«Tu se’ sí presso a l’ultima salute»,
cominciò Beatrice, «che tu dei
aver le luci tue chiare e acute;
e però, prima che tu piú t’inlei,
rimira in giú, e vedi quanto mondo
sotto li piedi già esser ti fei»;"
El peregrino hace caso y contempla desde las alturas los planetas, sus movimientos y distancias. Sonriendo ante la pequeñez y humildad de la Tierra comenta entonces (versos 133-135)
"Con la mirada me volví hacia todas
las siete esferas, y tal vi a este globo
que sonreí al ver su vil semblante;"
"Col viso ritornai per tutte quante
le sette spere, e vidi questo globo
tal, ch’io sorrisi del suo vil semblante;"
Seis horas más tarde, Dante volverá su vista nuevamente, esta vez para constatar cómo él y su compañera se han en efecto desplazado 90 grados, acompañando al cielo en su movimiento diurno.
Figura 3: El Empíreo de Dante Alighieri, en un grabado de Gustave Doré (1832-1883), uno de los más famosos ilustradores de la Divina Comedia. Dante y Beatriz llegan al extremo del mundo físico y observan las esferas de ángeles del mundo espiritual: ‘...un Punto vi que allí irradiaba lumbre, / tan recia que los ojos que la enfocan / deben cerrarse por el fuerte brillo’ (Paraíso, XXVIII, 16-18).
Llegados luego al ‘Primum Mobile’ (Primer Motor), Dante y Beatriz se hallan en el límite intangible entre lo natural y lo sobrenatural. Al mirar hacia arriba ven ahora un punto extraordinariamente pequeño y luminoso a la vez [ver Figura 3]. Alrededor de éste, nueve órbitas centelleantes representan las nueve órdenes de ángeles que rodean a Dios.
En el Paraíso XXVIII, 40-45, el poeta continúa
"Mi dama, al verme así en tal cuidado fuerte suspenso, dijo: «De ese Punto depende el cielo y toda la natura. Mira ese cerco que le está más próximo, y sabe que tan raudo es su moverse
por el ardiente amor que le da impulso»."
"La donna mia, che mi vedea in cura forte sospeso, disse: «Da quel punto depende il cielo e tutta la natura. Mira quel cerchio che piú li è congiunto, e sappi che ‘l suo muovere è sí tosto
per l’affocato amore ond’ elli è punto»."
Así, a diferencia del mundo físico aristotélico en el que los planetas más exteriores se desplazaban a mayor velocidad que los más cercanos al centro de giro (la Tierra) con el fin de completar la órbita diaria, en el mundo espiritual de la Comedia las órbitas eran tanto más ‘divinas’ (más rápidas) cuanto más interiores y cercanas a la luz central se encontraban. Entonces, Dante responde (versos 46-51):
"Y a ella yo: «Si el mundo se asentase
con el orden que veo en estas ruedas,
saciado estaría yo con lo propuesto;
pero el mundo sensible nos permite
ver esas ruedas tanto más divinas
cuanto del centro se hallan más remotas»."
"E io a lei: «Se ‘l mondo fose posto
con l’ordine ch’io veggio in quelle rote,
sazio m’avrebbe ciò che m’è proposto;
ma nel mondo sensibile si puote
veder le volte tanto piú divine,
quant’ elle son dal centro piú remote»."
Beatriz mostrará a Dante el motivo divino por el cual el mundo espiritual es así, no sin dejar de enumerar la entera jerarquía de ángeles y sus cualidades, según lo expuesto por el filósofo Pseudo-Dionisio [ver Recuadro 2], pues
"«Y si tanta verdad secreta pudo
revelar un mortal, tú no te asombres;
pues quien aquí la vio pudo mostrársela,
junto a otras verdades de estos círculos»."
"«E se tanto secreto ver proferse
mortale in terra, non voglio ch’ammiri;
ché chi ‘l vide qua sú gliel discoperse
con altro assai del ver di questi giri»."
Se revelaba así, en el final del canto XXVIII (versos 136-139), que si Pseudo-Dionisio conocía la verdadera distribución de las esferas de ángeles, era porque se lo había indicado el apóstol San Pablo, ‘quien aquí la vio’—es decir, quien había estado en el cielo (ver Infierno II, 28)—.
Lo cierto es que con la integración del mundo espiritual al cosmos aristotélico, el genio de Dante proporcionaba una solución posible (dentro del marco de una obra literaria) a la incomodidad filosófico-religiosa que había caracterizado a los modelos cosmológicos de la Edad Media. Antes, elevarse hacia el cielo era hacer un viaje de alejamiento del ‘centro’, lo cual no era muy satisfactorio. Ahora, un viaje hacia lo más alto nos alejaba de la Tierra—en efecto—pero al mismo tiempo nos guiaba en la dirección de la divinidad, con etéreos coros angélicos mostrando el camino. Hacia mediados de la baja Edad Media, entonces, la Divina Comedia difunde un modelo de universo cristianizado en donde el mundo geocéntrico se muestra poseedor de un alma teocéntrica.
RECUADRO 1:
Dante, en el comienzo de La Vita Nuova de 1293 (una recopilación de sus primeros poemas líricos), describe la edad de su amada Bice di Folco Portinari (Beatrice) a través de la fracción de grado angular que se ha movido la esfera de las estrellas en ese lapso de tiempo. En sus propias palabras:
‘Luego de mi nacimiento, el luminoso cielo había vuelto ya nueve veces
al mismo punto, en virtud de su movimiento giratorio, cuando apareció
por vez primera ante mis ojos la gloriosa dama de mis pensamientos, a
quien muchos llaman Beatriz, en la ignorancia de cuál era su nombre.
Había transcurrido de su vida el tiempo que tarda el estrellado cielo
en recorrer hacia Oriente la duodécima parte de su grado y, por
tanto, aparecióseme ella casi empezando su noveno año [...]’.
Notemos aquí la diferencia entre ‘el luminoso cielo’, cuyo movimiento está dado por el Sol, y ‘el estrellado cielo’, cuyo lento movimiento está dado por las estrellas y es debido a la precesión de los equinoccios. ¿Qué es la precesión de los equinoccios? El eje de la Tierra no apunta siempre en la misma dirección con respecto a las estrellas lejanas: la Tierra rota sobre su eje, pero éste, bajo la influencia principal de la Luna, va cambiando lentamente su dirección como si fuera un trompo gigante. Debido a ello, la órbita de la Tierra alrededor del Sol (que determina el llamado plano de la eclíptica) no siempre cortará al plano ecuatorial de la Tierra en los mismos puntos (los equinoccios). Estos puntos se irán desplazando en el espacio—movimiento ‘de precesión’—con un período que resulta ser de unos 25.765 años (el tiempo que el eje norte terrestre tarda en dar toda una vuelta alrededor de la constelación del Dragón). Ya mencionamos que el movimiento de precesión de los equinoccios representaba apenas unos 1,4 grados por siglo (o más precisamente, 1,396 grados por siglo), y es por ello que una vuelta de 360 grados será entonces completada en unos 25.765 años.
Ahora bien, Dante nos indica que el ‘estrellado cielo’ había recorrido un doceavo (1/12) de grado angular en el transcurso de la vida de Beatriz. Una simple ‘regla de tres’ nos permite entonces calcular la edad que debía tener su amada en ese primer encuentro:
25.765 años x (1/12) / 360 = 6 años aproximadamente.
Pero Dante también menciona que Beatriz se le apareció ‘casi empezando su noveno año’, esto es, Beatriz apenas si llegaba a completar sus 8 años de edad. Conclusión, el verdadero valor era 8; él calcula 6, lo cual representa un ‘error’ (una subestimación) de apenas el 25%: ¡nada mal por tratarse de un poeta!
RECUADRO 2:
En realidad, Aristóteles postuló dos modelos diferentes de movimiento de las esferas celestes. En sus obras Sobre el cielo y la Física propuso la idea de que la esfera exterior o Primer Motor mueve a las esferas interiores por una acción mecánica o de fricción que se propaga. Pero dadas las obvias inconsistencias de esta explicación, en Metafísica XII, 7-8 la sustituye por otra según la cual en cada esfera habría una ‘inteligencia’ (sustancia inmaterial) que movería la esfera correspondiente ‘por deseo’. Este segundo tipo de esquema es el que será favorecido por los intérpretes islámicos y hebreos medievales de Aristóteles, quienes identificaron las ‘inteligencias’ con los ángeles de la tradición bíblica—entre ellos, el médico y filósofo persa Avicena (siglo XI), pero también Algazel, Isaac y Maimónides. Esta identificación de la fuerza motriz de cada esfera con un ángel fue elaborada por Tomás de Aquino (siglo XIII), pero no fue aceptada por todos los escolásticos: Alberto Magno, el maestro de Tomás y una de las voces más autorizadas en filosofía de la naturaleza, la negaba, como también lo hacía el matemático y filósofo de la naturaleza Robert Kildwardby, manifestando la que era posición común en el Oxford de los siglos XIII y XIV.
Uno de las exposiciones más influyentes sobre la sistematización de las jerarquías angélicas fue debida a un autor neoplatónico del siglo VI AD que se conoció en la Edad Media con el nombre de pseudo Dionisio (debido a que se lo identificó equivocadamente con el personaje que, según el relato bíblico, San Pablo habría convertido durante su discurso en el ágora de Atenas). Entre las obras del pseudo Dionisio se encuentra una que se denomina Sobre la jerarquía celeste.
En el capítulo 6 de su obra El Convivio, Dante expone el esquema cósmico según el cual a cada esfera corresponde una de las jerarquías angélicas expuestas por el pseudo Dionisio. Es muy interesante advertir que en el capítulo 5, el poeta advierte sobre los dos modos diferentes de explicación que proporcionó Aristóteles en sus obras Sobre el cielo y Metafísica. Esto demuestra que sus textos literarios están asentados sobre un conocimiento reflexivo y profundo de la filosofía y astronomía de su época

No hay comentarios: